Año de 1475

Bastante curioso resulta la concesión del título de Mayoral a Juan de Valladolid, persona de raza negra integrada en la dificil sociedad de su tiempo para los miembros de su etnia. Así se extrae del nombramiento citado, cuyo documento transcribimos a continuación:


"Don Fernando e doña Isabel por hacer bien e merced a vos Juan de Valladolid, nuestro portero de cámara por los muchos e buenos e leales e señalados servicios que nos habéis hecho e hacéis cada día, e porque conocemos vuestra suficiencia e habilidad e disposición, hacemos vos mayoral e juez de todos los negros e negras e loros e loras libre continuos que son e sean continuos e horros en la muy noble e muy leal ciudad de Sevilla e todo su Arzobispado e que no pueden hacer ni hagan los dichos negros e negras e loros e loras ningunas fiestas ni juzgados entre ellos salvo ante vos el dicho Juan de Valladolid, nuestro Mayoral de los dichos negros e loros e loras. Et mandamos que vos conozcáis de los debates e pleitos e casamientos e otras cosas que entre ellos hubiere e no otro alguno por cuanto vos sois persona suficiente para ello o quien vuestro poder tiviere e sabéis las leyes e ordenanzas que deben tener. Et nos somos informados que sois de linaje noble entre los dichos negros e negras e conocido que según vuestra suficiencia merecéis ser mayoral e principal de todos los dichos negros e negras e loros e loras e mandamos que de todo lo sobredicho otro ninguno no conozca ni sea mayoral ni cabeza salvo vos el dicho Juan de Valladolid nuestro portero de cámara o los que vuestro poder tuvieren e es nuestro mandato e voluntad que vos o el que dicho vuestro poder tuviere tengáis e lleveis todos los derechos e salarios e servicios que según las ordenanzas de los dichos negros e negras debe llevar e llevó el mayoral e mayorales que de los dichos negros hasta aquí ha habido e hay en la dicha Ciudad de Sevilla no embargante que hasta aquí los dichos negros por elección sacado. Et mandamos al concejo, alcaldes, alguacil, veinte e cuatro caballeros jurados oficiales e hombres buenos de la Ciudad de Sevilla e de todas las otras ciudades e villas e lugares de dicho su Arzobispado que vos consientan el cargo de mayoral e juez de todos los dichos negros e negras e loros e loras e que a otro alguno no tengan por mayoral e cabecera e juez de todos ellos salvo al dicho Juan de Valladolid o al que dicho vuestro poder tuviere e haya e lleve los dichos derechos e salarios al dicho oficio anexos e pertenecientes así e según que han dado a los otros negros que hasta aquí han sido mayorales para lo juzgar e determinar e hacer de ellos e de ellas ordenanzas e otras cosas, le damos poder cumplido con todas sus incidencias e dependencias, anexidades e conexidades. E los unos ni los otros no hagáis no hagan ende al por alguna manera so pena de la nuestra merced e deposición de los oficios e confiscación de los bienes de los que lo contrario hicieren para nuestra cámara e fisco e demás por cualquier o cualesquier porque lo fiscare de lo así hacer e cumplir mandamos al hombre que esta nuestra carta mostrare o su traslado signado de escribano publico que vos emplace que parescáis ante nos en la nuestra corte doquier que nos seamos del día que vos emplace a quince días próximos siguientes so la dicha pena so la cual mandamos a cualquier escribano publico que para esto fuere llamado que demande al que la mostrare traslado signado con su signo porque nos sepamos en como se cumple nuestro mandato dada en la villa de Dueñas a días de noviembre año del nacimiento de nuestro señor Jesucristo de mil cuatrocientos e setenta e cinco años. Yo el Rey Yo la Reina y yo Alonso Davila escribano del rey e de la reina nuestros señores la hice escribir por su mandato"


En este documento quedan reflejados parte de los abusos que la sociedad generaba sobre las personas de raza negra o mulata ("loros e loras") que habitaban nuestra ciudad. Se les prohibía hacer celebraciones y opinar públicamente. Del mismo modo, recaía en la persona de Juan de Valladolid la responsabilidad de saber y conocer los pensamientos y dialogos de todos los miembros de su raza, así como sus propias trifulcas o sus eventos nupciales y, en definitiva, toda la información que pudiera extraer de su comunidad. Es de suponer que los nombrados Mayorales eran personas extremadamente fieles a su cargo, lo que conllevaría un alto grado de traición a los miembros de su propia raza, ya que la persona que era elegida y nombrada para tales fines había demostrado con anterioridad su lealtad al sistema reinante. En definitiva, más que un representante de la comunidad negra o mulata, lo que se nombraba era casi un informador o delator , cargo que, evidentemente, no debía ser muy querido entre los miembros de su propia etnia.