Años de 1434 y 1435

En la transición de estos años se produjo en nuestra ciudad la más terrible de sus inundaciones durante el siglo XV. Así cuentan las crónicas:
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"El domingo por la tarde, postrimer día de octubre y víspera de Todos los Santos del año del Señor de mil cuatrocientos treinta y cuatro comenzó a llover en Sevilla y llovió continuamente hasta el sábado día once del mes de diciembre, y lo que fueron cuarenta días, y el domingo siguiente escampó, y el lunes, aunque llovió el martes por la noche y el miercóles día quince de este mes de diciembre, y llovió el jueves, viernes, sábado, domingo y lunes, que fueron seis días más" y así hasta el día 30 del citado mes. Pero la crónica continua:
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"Aumentaron mucho las lluvias e hizo una gran tormenta con viento, temblando la tierra y pasando una noche de espanto. Salióse el río el día tres de enero del año siguiente, llegando el día cuatro las aguas en el Castillo de Triana hasta el primer arco, donde está la hornacina con la imagen de la Virgen, media braza por debajo de la dicha imagen. El miercóles siguiente día cinco de enero fue día de mucho daño en Triana, pues se llenaron de agua todas sus calles de manera que navegaban muchos barcos por ellas, y se cayeron muchas casas, de manera que se perdió media Triana. En la iglesia de Santa Ana se refugiaron todas las gentes que pudieron escapar con sus ropas. Ese mismo día se fue el Puente de Barcas de su lugar entre las doce y la una, tantos fueron los llantos y los griteríos de las gentes que parecía que la ciudad había sido tomada por las aguas. Fue tan espantoso lo ocurrido, que las gentes se demandaban perdón unos a otros, y entraban muchos en las iglesias para confesar y comulgar. Muchas personas se fueron al campo, huyendo de la ciudad y sus arrabales por donde podían. Al día siguiente, día de la Epifanía del Señor, escampó y mejoró el tiempo. Los días que llovieron fueron sesenta y los que escamparon diez lo que hace en setenta los días que duró esta arriada"
No sería la única inundación que sufriría la ciudad, pues en el año 1485 le esperaba otra, aunque bastante más leve.
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Por otra parte, en 1435 vuelve a nuestra Archidiócesis D. Diego de Anaya y Maldonado. Sería su segunda etapa como Arzobispo de nuestra ciudad tras su primera estancia entre los años de 1418 y 1431, tal como hemos visto anteriormente. En esta segunda ocasión, se mantendría en el cargo hasta su fallecimiento en 1437.